23/12/10

Confesiones de un taurino

 

  En los últimos días he mantenido un intenso debate con un aficionado a la tauromaquia. Todo empezó a través de unos comentarios que fueron recogidos en mi otro blog, y  ha continuado con algunos correos electrónicos que hemos intercambiado. Lo que comenzó por su parte con un rosario de insultos y descalificaciones, se ha transformado en un interesante intercambio de opiniones. El porqué la discusión ha tenido un cambio radical, con un amable intercambio de puntos de vista sobre lo que es para cada uno el mundo del toro, y de lo que es la lidia como máxima expresión en forma de tortura a un cavicornio, es lo de menos.

  Ya he comentado en algunas ocasiones, que aprendo mucho de los que están en el bando contrario, de los taurinos; unos te aportan más, otros menos, pero siempre hay algún apunte útil para utilizar a favor de nuestra causa.

  A través de la sinceridad de este aficionado, se destapa lo que hay detrás de una corrida de toros. Para él, que reconoce lo que es obvio, la lidia provoca una serie de sensaciones que son las que le hacen defender lo que no tiene defensa posible: la justificación de una manifestación cruel y cruenta para la obtención de una vivencia que califica como espiritual.

  Afortunadamente no ha caído en el uso de los tópicos que todos estamos acostumbrados a oír, y se ha centrado en aportar su visión de lo que es un toro, de lo que es torero, de lo que es un encaste, y de lo que es el comportamiento de un animal ante situaciones límite como son la lidia o la defensa de su territorio. No ha sacado a colación en su argumentación la manera de alimentarnos, la humanización de los animales, el especismo o el antiespecismo,  lo doméstico o lo salvaje. Afortunadamente no ha metido a las langostas en la cazuela, o las almejas vivas rociadas con gotas de limón en la boca de nadie; no me ha hablado del sufrimiento de los animales en los mataderos, y nada ha comentado de las granjas y explotaciones en que los seres vivos sufren en condiciones deprorables, y reprobables.

  Éstas son algunas de las frases que ha plasmado en sus escritos:

  "Al toro se le maltrata, es una obviedad tan grande, que no ha lugar ese debate, al menos no conmigo".

  "Jamás aseveraré que al toro no se le tortura ¿cómo lo iba a sustentar? Al toro lo criamos como a un Rey, y lo matamos como a un tirano..."

  "¿Sabes? muchas veces me he replanteado si el placer que me produce una buena tanda de muletazos, sí esos bajando la mano y llevando al toro muy largo, un toro fiero, encastado y de los que a mí siempre me gustaron, los Santacolomas Saltillo... merecen tanta sangre como la que hay que tragar...  la respuesta no hace falta que te la diga, de sobra la conoces...

  "La integridad no es un adjetivo que brille en la tauromaquia, desgraciadamente".

  "Tu artículo de Gara, aunque superficial por la poca extensión, está muy bien planteado. En algunos pasajes, parece que lo escribió un buen aficionado, un aficionado “torista”, entre los que me encuentro..."

  "La tauromaquia, creo yo, no necesita de vuestro movimiento para perecer. Caerá por sí sola sin dudarlo. Ahora, sinceramente, lo que está recibiendo es aire. Le estáis dando un soplo de vida a un muerto que estaba agonizante, esa es mi opinión"

  "Éticamente es insostenible en los tiempos que corren, pero amigo, hay demasiada magia, demasiado duende, demasiados sonidos negros que decía Lorca... estamos tan apegados a esto..."

  "Ver a un torero de los de verdad, los que dan ventaja al toro y se la juegan... joder!! Y ver a un toro de Santacolama duro, recio, encastado y rebosante de bravura... es lo único digno que hay en una corrida... ese animal... los he visto morir atravesados por el estoque y buscando al matador con la única intención de matar... "

  "Un toro encastado, un toro bravo, no cede ante ningún tipo de castigo... y combate con dureza hasta morir... Para mí no es una cuestión de defensa, si no de dominio"

  ..."pero claro, es cierto 100% lo que tú dices, ni el toro y mucho menos el seudo toro, están seleccionados para semejante castigo... la lidia debería modificarse sí o sí... pero hay demasiados intereses"

  "¿Iban los toreritos del Hola a matar una corrida de verdad y con la verdad en los pitones? Ja! Y la “fiesta”, ese nombre me chirría en los oídos, está acabada, por representar un teatro casi ficticio... es puro paripé, casi siempre... porque la entidad, el Dios Tauro, ya no viene a las corridas... ya no quedan toreros con verdad, no hay nada más que trucos y engaños... esto es una farsa tremenda la mayoría de las veces, y los más “antitaurinos”, ahora mismo somos los taurinos del toro".

  "¿Quién, siendo una persona de bien quiere y tiene la necesidad de ver a un animal manso, que se duele, que huye y se aterroriza, ser masacrado vilmente por una panda de sinvergüenzas abusadores?

  "Al toro de lidia le afecta mucho el tiempo, la meteorología, con tormentas se vuelven muy agresivos, se cornean entre ellos hasta matarse...
Orgullo es una palabra humana, pero los toros, parece que sienten orgullo de saberse tan potentes... Dominantes, son animales muy muy dominantes... unos más nobles que otros, algunos miran con fijeza, se "engalanan"... y ya sabes que ni un paso más... Otros te dejan que te confíes, son más traicioneros, esos no dejan que te escapes"


  "Llevo años estudiando el comportamiento del toro bravo, del TORO bravo y, de verdad puedo asegurar, que un toro bravo bien lidiado en los tercios de castigo, varas y banderillas, sí puede aguantar la lidia, hablo de no taladrarle con la puya, hablo de sujetar sin percutir, y picar en lo alto, sin romper paletillas y todo lo que tú ya conoces... MASACRAR en el caballo, que es lo que se hace más que a menudo, encima, a un toro que el pseudo toro... hablo de clavar banderillas en el "morrillo" como se deben clavar"

  "¿Sabías que los toros muy encastados a veces hacen clanes para derrotar al toro alfa, al líder, a veces se unen varios y matan o tratan de matar al líder... hay ganaderías concretas con casi un 50% de “bajas” por cornadas".

  De todo lo apuntado, lo que más me interesa es la explicación que da sobre determinadas aptitudes y actitudes que muestra el toro durante la lidia, introduciendo conceptos como los de su "bravura" o de su "mansedumbre".

 ¿Es capaz el toro de lidia, "herido en su orgullo", de buscar al torero con la única intención de matarlo? ¿Es capaz el toro de lidia de combatir con dureza hasta morir para establecer su dominio en la arena de un coso taurino? ¿Es capaz el toro de lidia de desarrollar su instinto natural de dominancia sobre una especie diferente a la suya?

¿Podemos pensar que en un corto espacio de tiempo, el que dura la lidia, el toro puede sentir la necesidad de demostrar su supremacía teniendo en cuenta que la jerarquización en cualquier especie animal que establezca su modelo de convivencia en base a ella, requiere de mucho tiempo de aprendizaje para que alguno de sus miembros se plantee el asalto al poder de una manada?

  ¿Podemos establecer que las respuestas del toro ante los estímulos que perciben sus sentidos, y que tienen su máxima expresión en el sufrimiento y el dolor que se le provoca, son similares a los que puede desarrollar en compañía de los de su misma especie en el territorio que habita?

  Creo que es evidente que no. Y no lo es, porque no creo que un herbívoro, ante un ambiente hostil y en un medio que le provoca miedo y con el jamás ha tenido contacto previo, esté interesado lo más mínimo en hacerse dueño de la situación, en establecer un status jerárquico ante un grupo humano formado por los toreros y sus subalternos. Lo que el toro hace durante la lidia es defenderse ante estímulos aversivos con un fin diferente al que podría darse cuando inicia y lleva a cabo un ataque contra otro toro en el medio en que vive, en su hábitat natural, e incluso hacia un ser humano que entra en su territorio invadiendo los límites establecidos como zona de escapatoria o huida, de los carece en una plaza.

  No creo que un toro de lidia sea capaz de procesar la información necesaria para desarrollar un instinto "asesino" hacía una especie diferente de la suya, tomando como válida la apreciación de que en determinados encastes haya toros que sean capaces de unir sus fuerzas para acabar con un macho dominante, cosa que, aún pudiendo ser cierta, me crea la duda de si realmente se persigue la muerte del macho alfa o simplemente se trata de rebajarle en su posición dentro la manada. Sabemos que en la naturaleza es bastante infrecuente, aunque se de, que los cambios en la jerarquía dentro de un grupo social supongan la muerte del animal rebajado en su status.

  Acababa de escribir lo que habéis leído, cuando he recibido una nueva aportación de mi interlocutor:

  Lo que yo creo, es que el toro tiene una necesidad imperiosa de combatir. Esa es su idiosincrasia, son animales muy agresivos, incluso en la tranquilidad de la manada, en la dehesa, se desencadenan crudas peleas.

  Para mí, el toro tiene esa necesidad de marcar a sus congéneres en el juego de la lucha por la jerarquía y el sometimiento por la dominación...  

  Cuando en algunas reatas el individuo dominante se pone a dar “estopa” le da hasta a las vacas... ¿?
El bravo parece sufrir como una ansiedad que sólo se apacigua dándole espacio... a veces el simple movimiento de las ramas los altera, no hace falta más, o una Garcilla bueyera mal posada... un Cárabo que ulule demasiado cerca... los he visto embestir a las Garcillas ¡! Y también los he visto cornear con violencia alcornoques tras una pelea ¿rabia, ira, violencia, exhibición? ¿es curioso no? 


  La dominación se la gana el bravo a través del combate o mediante exhibiciones de poder, es maravilloso ver a un “galán” pavonearse... es muy bonito, pero da mucho miedo, es un gran despliegue de poder... 

  El espacio del toro, no puede ser ocupado por nada ni nadie... donde un toro bravo pone su pezuña, es ya reino del toro... y de nadie más. Eso es lo que yo percibo... y estoy plenamente convencido de ello.

  Salvo por el último párrafo, parece que mi interpretación se podría corresponder con la realidad -un animal de manada que establece un status jerárquico-, es decir, que se ajustaría al modelo de comportamiento que se espera de estos animales; pero volvemos al ruedo, a ese espacio reducido y desconocido, en el que el toro es introducido en contra de su voluntad, y en el que nada mas salir es masacrado por el picador y los banderilleros, para posteriormente ser engañado una y otra vez con la muleta, hasta que agotado sucumbe traspasado por el estoque, y es denervado o descordado por el descabello y la puntilla, y a veces antes. ¿Podemos pensar que esta situación artificial pero real e inesperada, que de repente aparece en la vida del animal sin aprendizaje previo, se puede considerar idéntica o como mínimo parecida a las que experimenta en su estado natural, de tal manera que el toro pusiera en marcha o desarrollase comportamientos similares a los que pone en escena en la dehesa o en la explotación en la que vive? Siendo sincero, me parece que tal hipótesis es imposible...

  Admitamos que el toro combate, sí, lo hace, pero su fin no es establecer su supremacía frente al que le acosa, hiere, y burla, sino defender su vida, la que siente que se le escapa a medida que la lidia transcurre y ante la que siempre sucumbe. Sobre el indulto mejor no decir nada.

17/12/10

Filmación de una corrida en los primeros años del siglo XX.



 Filmación de una corrida de toros a principios del siglo XX.

 "Los de a caballo se han retirado, en ocasiones a pie, como podremos comprobar por las cabalgaduras muertas."

  Un poco de historia (copiada del blog "Opinión y Toros").

 
El peto.Bueno para la protección del caballo, su uso indebido marcó el inicio de la degeneración de la suerte de varas.

Quien lea una crónica de antaño no podrá dejar de sorprenderse del número elevado de puyazos y caballos muertos en cada corrida. Tomemos como ejemplo la tercera de abono realizada en Madrid en 1889 en la que actuaron Francisco Arjona Currito, Salvador Sánchez Frascuelo y Ángel Pastor frente a un bravo encierro de seis toros de Agustín Solís que tomó en total 48 varas y mató 20 caballos; de los toros destacó Jaquetón que tomó nueve varas y mató seis caballos. La verdad es que muchos de los puyazos de entonces no pasaban de ser picotazos o simples amagos pues picar al toro sobre un caballo a pecho descubierto, sin peto, y con una pica en la que la púa de acero apenas asomaba del tope conformado de un grueso encordelado en forma de limoncillo o esfera, era sumamente difícil porque, debiendo el picador tirar la vara para parar al toro antes que llegara a su cabalgadura, muchas veces la bola del encordelado pegaba en el animal sin que la puya hubiese entrado en el morrillo y la cogida del caballo era inevitable.
En el primer reglamento del que se tiene noticia, elaborado en 1846 por Melchor Ordóñez, jefe político de Málaga, se establece, entre otras cosas, que el toro no tenga menos de cinco años cumplidos ni más de ocho y que la cuadra de caballos para picar sea de 40 ejemplares. Como se ve, los toros eran cinqueños y no sobraba optimismo con respecto a la suerte de los jamelgos que habrían de participar en la suerte de varas. El desagradable espectáculo que significaba ver los caballos muertos en el ruedo, en medio de charcos de sangre con las verdosas vísceras expuestas al público, dio motivo para que en el reglamento de 1917 se obligara a que tales cadáveres fuesen cubiertos con tela de arpillera.
  
La preocupación por la integridad de los caballos se hace manifiesta desde fines del siglo XIX y en 1909 un grupo de cronistas taurinos propuso al gobernador de Madrid se les colocasen petos a las cabalgaduras que habrían de actuar en las corridas a celebrarse con motivo de las bodas del rey don Alfonso XIII; ignoro si se hizo o no y si aquello funcionó. El 18 de octubre de 1917 se probó un peto en Madrid que no dio buen resultado. En 1928, por Real Orden, se hace obligatorio el uso del peto en plazas de primera y potestativo en todas las demás. Pido disculpas al lector por señalar tantas fechas relacionadas con los ensayos y fracasos para la implantación del peto pero el hecho que naciera oficialmente catorce años después -y no antes- del reglamento de 1917, fue fatal para la suerte de varas y la fiesta, como lo veremos en otro momento

El noble propósito de proteger al caballo con el peto es plausible y su uso no debería haber variado la forma de picar como lo establecen los cánones de la tauromaquia, sin embargo, la realidad fue diferente. El picador lo usó como una ventaja adicional a la que ya tenía con la malhadada puya del reglamento de 1917 que le permitió hacer heridas cuatro veces más profundas que las que jamás pudo hacer con la pica de limoncillo.

Los primeros petos se ajustaban al cuerpo del caballo y le cubrían sólo sus partes vitales lo que permitía al toro que lo alcanzara romanear (levantarlo) y sentir la sensación que podía ganar la pelea. Cuando se le agregó el faldón que hasta hoy se usa –un verdadero colchón que rodea y cubre al caballo con una coraza que llega a 65 centímetros del suelo y lo convierte en una muralla- cualquier intención de romaneo es imposible y la res,  después del primer encontronazo, sale conmocionada doblando las manos.
Si el peto se usara con el único noble propósito de evitar la cogida y muerte del caballo en caso de accidente o impericia del picador, sería perfecto. Pero no es así. Salvo honrosas y meritorias excepciones, lo normal es que el picador deje destroncarse al toro contra la cabalgadura para desde lo alto de su ubicación picarlo según  se lo haya indicado su matador al que sirve y debe obediencia.
Conclusión:Aplauda usted amigo lector al picador que con la vara detiene al toro sin permitirle llegar al peto de su caballo y pite a quien lo deja estrellarse contra su cabalgadura. La pelea del toro es con el picador, no con el caballo blindado que monta.

3/12/10

"Argumentos taurinos", y descalificaciones personales.

 

Ayer, y siguiendo con el tema de la tuberculosis en el toro de lidia, entré en un blog taurino, en donde se comentaba la noticia de una nueva explotación en la que se ha llevado a cabo el vacío sanitario, es decir el sacrificio de todas las reses por la presencia de la enfermedad infecciosa mencionada.

  Sin más intención que la de informar, y en un tono correcto, les expliqué mi visión de la situación. La respuesta ha sido la esperada: insultos.

  Tengo la certeza  de que estos amantes de la tauromaquia no saben de lo que hablan, y que cuando se les agotan los argumentos, recurren a las descalificaciones. No es mi intención generalizar, ya que conozco a muchos aficionados a la lidia que saben escuchar y aportar.

  Cuando alguien no sabe distinguir entre lo que es la tuberculina (prueba que se hace para diagnosticar la tuberculosis), y la tuberculosis (nombre de la enfermedad), queda descalificado para seguir debatiendo.

  Cuando alguien no sabe lo que es un animal domesticado (toro de lidia), y un animal salvaje (lince), queda descalificado para seguir debatiendo.

  Cuando alguien no sabe distinguir entre lo que es una "especie" y una "raza", queda descalificado para seguir debatiendo.

  Cuando alguien niega que existe la posibilidad de contagio de la tuberculosis entre ganado bovino y la especie humana, aunque la incidencia actual de esta forma de transmisión sea mínima, queda descalificado para seguir debatiendo.

  Cuando alguien no sabe o no quiere saber, que las campañas de saneamiento ganadero en cuanto a las zoonosis, enfermedades que se transmiten de los animales al hombre, no se realizan sólo para preservar la salud de nuestra especie, sino de todos los animales que pueden verse afectados, incluidos los propios toros de lidia, queda descalificado para seguir opinando.

  Cuando alguien no sabe que un animal que llega a un matadero, y que tras el análisis post-mortem se descubre que está enfermo de tuberculosis, su carne sólo puede ser comercializada bajo determinadas condiciones, queda descalificado para seguir debatiendo. BOE: Resultados de la inspección: si se detecta una lesión tuberculosa de los ganglios de un solo órgano, en un solo órgano o en una parte de la canal, esta parte será declarada como no apta para el consumo humano. Si se detectan múltiples lesiones será declarada no apta la canal entera.

  Cuando alguien se refiere al lince como "puto gato" o al venado como "puto venado", queda descalificado para seguir opinando.

  Cuando alguien pide que sean aniquilados los animales salvajes que forman parte de la fauna de nuestro país, que serán irrepetibles, queda descalificado para seguir opinando. Queridos taurinos: el toro de lidia, se podría volver a crear sin ningún  tipo de problema, el lince ibérico, no. Lo de los encastes ya es otro cantar, pero el pertenecer a unos u otros, no exime a esos animales de enfermar, morir, y transmitir la enfermedad de la que estamos hablando.

  Cuando alguien se refiere a mi como "José Enrique de los cojones tan listo como te crees", "niño" (tengo 53 años), prejuzga que tengo poco trabajo atendiendo a "presos de compañía", o me define como "veterinario de la cultura consumista de embusteros panfletarios", o que, "mi testimonialismo es de p... en vinagre" (?), queda descalificado para opinar.

  Lo de referirse al agente causal de la tuberculosis como un "virus" en vez de "bacteria", tiene hasta un pase.

 Negar que las políticas sanitarias están pensadas para ayudar a los ganaderos que han tenido que optar por el vacio sanitario, es suficiente para descalificar al que mantiene dicha afirmación: un ejemplo (La UE destina 250 millones de euros para luchar contra las enfermedades animales).

  Desconocer datos como éste, o como éste, impide saber de lo que se está hablando.

  El  que habla despectivamente de la normativa europea sobre transporte de animales, sean éstos toros de lidia o vacas frisonas, queda descalificado para opinar. No se puede pretender recibir el dinero de Europa o defender la tauromaquia en el mismo Parlamento Europeo, y saltarse a la "torera" sus reglamentos.

  Cuando alguien pretende descalificar mis opiniones por ser un veterinario de pequeños animales, queda descalificado para el debate. Olvidan que la tuberculosis es una enfermedad infecto contagiosa que puede afectar a muchas especies animales, entre ellas los cánidos y félidos. Me otorgo por tanto el derecho de hacerlo, el de descafilicar, ya que ninguno de los que ha opinado es veterinario.

  Si tienes interés en leer lo que ellos y yo hemos aportado al debate, aquí tienes el enlace.

  Y si estás interesado en ampliar tus conocimientos al respecto, aquí tienes información objetiva, y no embustes panfletarios.